Llegamos a Trancoso de casualidad, desde Puerto Castilla marcaban 4 horas hasta nuestro destino “Arouca” pero claro viajando con bebé es mejor hacer una parada cerca de la frontera.
Después de pasar la frontera y legalizar el tema de los peajes EASYtoll (es muy sencillo pasas por la barrera de extranjeros, introduces la tarjeta de crédito y ya estas fichado) decidimos el sitio donde comeríamos a través de Trip Advisor, las críticas eran muy buenas y allí que nos fuimos ya que estaba de camino.
Aparcamos y ya el ambiente nos encantó, también hay que decir que Portugal nos vuelve locos y a mí el acento me fascina, vimos los dos restaurantes elegidos por internet y elegimos uno por mayoría aplastante.
O retiro do Castico era lo que buscábamos un sitio autentico, con un camarero amable y lo que siempre nos atrapa “que la carta y el camarero no hablen ni castellano ni ingles” entonces supimos que estábamos en el sitio correcto. Preguntamos por el plato del día y nos dijeron que sopa y bacalao, perfecto. Nos pusieron de entrante unas aceitunas, queso, embutido y mantequilla y como los entrantes en Portugal siempre se pagan preguntamos si entraban en el menú y nos dijeron si, después la sopa y el bacalao, que platos tan generosos y encima nos preguntan si queremos repetir! De postre una compota de manzana y un buen café, que rico está el café en Portugal.
Después de comer nos fuimos a la oficina de Turismo y nos dieron todos los folletos informativos, nos explicaron que eran villas medievales y que en concreto Trancoso tenía un castillo y una torre que se podía visitar. Allá nos fuimos a conocer Trancoso y a bajar la comida.
El pueblo es medieval, es una aldea histórica con su muralla, su castillo y su suelo empedrado, sus capillas del Señor de la Calzada y de Santa Eufemia, la Casa del Gato Negro y las 3 iglesias que hay en el pueblo: de la Misericordia, de Nuestra Señora de Fresta y de San Pedro, el Palacio Ducal y la Picota.
Compramos el dulce típico de Trancoso que son las «sardinhas», nos remontamos a finales del siglo XVII, momento en el que se cree que se inició su producción en el convento de monjas de la Orden de Santa Clara. Sus ingredientes: yemas de huevo, almendra, chocolate, azúcar, aceite, sal y canela.
Y después de este gran descubrimiento nos fuimos a Arouca dónde teníamos el alojamiento, una casa, campamento base para movernos desde allí. La casa la cogimos a través de airbnb y merece la pena.