Nos levantamos prontito, desayunamos un nesspresso y empieza la aventura.
Esta aventura comienza en una ferretería buscando piquetas porque al no facturar no pudimos meterlas en el avión y pensábamos que sería algo súper fácil de encontrar y resulto ser algo súper complicado, el resultado: compramos alcayatas.
Nosotros trajimos de Madrid la tienda de campaña, los sacos y compramos las esterillas en HK.
Cogimos el 116 y nos fuimos a tramitar el visado por agencia, porque finalmente decidimos y asumimos pagar para ir a China y gestionar el visado por una agencia.
Hay muchas agencias que realizan esta gestión ya que es imposible gestionarlo por tu cuenta, nosotros fuimos a forever bright trading limited (http://www.fbt-chinavisa.com.hk/)
Al llegar mucho extranjero haciendo lo mismo que nosotros, pagar porque nos tramiten el visado, en este caso no se necesitan ni billetes ni hoteles ni duración, ni información, una pena pero así es China, por 500 Hk y en tres días lo tienes.
Así el treaking comenzó en la agencia que nos tramito el visado para China.
Llegamos a Tung Chung en RTB, hacemos la compra, mochila y aislante el hombro procedemos a ir hasta el comienzo de nuestra aventura.
La primera parada es un bus hasta PAK TAM CHUNG y luego otro bus hasta la entrada del parque nacional.
Esta primera etapa consta de unos 30 kilómetros, los primeros 10 se hacen por carretera y puedes optar a hacerlos en taxi, nosotros decidimos ir andando y disfrutar del paisaje, era tarde porque empezamos tarde pero contábamos con horas de luz y buen ritmo, eran unas 3 horas que nosotros hicimos en menos.
Una vez que se terminó el acceso por carretera empezó el treaking por el monte, el paisaje ideal y diferente a cualquier paisaje español, el mar siempre presente lo hacía especial.
El treaking está muy bien indicado, con balizas aclaratorias a cada kilómetro con el nombre del trail, los kilómetros que te quedan, en el kilómetro que estas…
Baños y puntos de emergencia nos acompañan en este trayecto también.
Y llegamos al paraíso, la primera parada era una playa virgen donde se podía acampar libremente, una única tienda de campaña, dos chicos y muchas vacas eran nuestros compañeros.
Fue bonito dormirnos escuchando el mar y el viento.